Los funcionarios que no son funcionarios y viceversa

Entre la Semana Santa y un poquito de carga laboral, he tardado un poco en publicar un nuevo post. Pero viví una situación que quiero compartir con vosotros por lo asombrosa que fue.

Acompañé a una persona muy cercana a firmar su finiquito tras una baja voluntaria, debido a que había encontrado un puesto de trabajo mejor. La empresa, llamémosla “Parco Armani” (la foto del post os dará más información), es una franquicia muy conocida. Yo ya conocía las habituales prácticas de esta empresa de primera mano; quizás la más sorprendente, siendo una empresa de la envergadura que es, es el pago de las comisiones a los empleados EN NEGRO, tal cual.

Bueno, pues este es el resumen de lo vivido: esta persona, conocedora del “buen hacer” de la empresa, lleva calculados y recalculados todos los números: días que le deben, condiciones… Y, oh sorpresa, el finiquito refleja menos días de los esperados. Y aquí es cuando empieza el festival de la persona de RRHH. Os listo algunas de las maravillosas frases, dignas del decálogo de cualquier departamento de personal:

  • “Tienes que aceptar ya, porque tengo otra reunión luego”.
  • “Si es que allí lo hacéis todo mal”.
  • “Te hemos puesto mal la fecha de baja, cámbiala en tu carta de renuncia”.
“Toma, tus comisiones”

La cosa se empieza a poner tensa, y se llega a un desacuerdo de dos días en el finiquito. La empresa insiste en que los cálculos están bien hechos, y decido intervenir. Básicamente, le digo que conozco muy bien a la persona y algo a la empresa por las cosas que me cuenta la gente, y que si tengo que creerme a alguien, obviamente creeré a la persona. Indignada, me dice que quién me ha dicho eso, a lo que contesto que no le interesa saber la gente que me ha ayudado a formarme esa opinión…

Lo más gracioso es que, poco después de esa indignación, agobiada por la reunión posterior y tras mi sugerencia de firmar “no conforme” y marcharnos, esta profesional decide negociar cual mercadillo los días. “A ver, ¿Cuántos quieres?”. Y, para mayor gloria de la empresa, cuando decide pagar los que afirmamos que son, procede a pagar las comisiones en negro, billetes en mano. Dios sabrá de dónde surgió esa indignación anterior, viendo los incuestionables métodos utilizados.

“¿Y que hablas de funcionarios en el título?”, preguntareis. Allá voy. El tópico del funcionario que no trabaja, que no es profesional, que se escaquea de sus labores, va acompañado siempre del mantra “eso en la empresa privada no pasa”. Pues NO. Y es que, al final, las buenas prácticas y los buenos profesionales no tendrán problemas en empresas con métodos de control, medición… Mientras que en empresas donde reine el desorden (a veces producido por la no necesidad gracias a amplios beneficios), son el lugar perfecto para que incompetentes tengan un salario a final de mes.

Yo he trabajado en proyectos del sector público, y me he encontrado de todo, desde la responsable de un proyecto que echaba más horas que la puerta, hasta el funcionario sentado a mi lado con solo dos tareas: llamar a su madre y estudiar para subir de nivel.

Un currante español
Otro

En “Parco Armani”, como sucede en muchas otras empresas, se miran los números finales, independientemente de lo que se pierda de por medio. De hecho, empleados que se han saltado el horario por norma, o incluso robado, no han recibido castigo alguno. Además de esta persona de RRHH, podemos hablar de la encargada de la persona de la que hablo, acostumbrada a delegar trabajos (obviamente sin contraprestación), y colaborando en el despropósito de la empresa. En la firma de la que hablamos, mi persona acompañada (pongo “persona” muchas veces, lo sé, es para no especificar el sexo de los implicados), contactó con sus compañeros para que le enviaran la información de los días que apuntaban, sabedores de cómo “cuentan” los días en la empresa. Pues, de repente, silencio administrativo: la encargada prohibió contestar in situ a los allí presentes.

Consecuencias de todo esto: liberación para la persona que firma y deja atrás la empresa y eliminación de la empresa de los libros donde se apuntaban las horas para evitar conflictos similares. De nuevo, muy profesional.

Ni todos los ineptos son funcionarios ni todos los funcionarios son ineptos. La mezcla entre la persona y el entorno empresarial en el que se mueve da el resultado de la profesionalidad o la falta de ella. Eso sí, me sigue flipando (no encuentro mejor palabra), que empresas así trabajen de esta manera, se sepa y no pase nada. Luego sí, inspecciones a autónomos que ganan lo justo, no sea que estén evadiendo impuestos al desgravarse la gasolina.

¡Hasta la semana que viene!

Entradas relacionadas

2 comentarios en «Los funcionarios que no son funcionarios y viceversa»

  1. Es evidente que chanchullos hay en el sector privado y el sector público.

    Para mí, la diferencia es que en el sector público todo debería ser transparente y público, valga la redundancia; mientras que en lo privado puede haber más “libertad”, siempre dentro de lo que marca la ley.

    Y, efectivamente, menos ir contra esos pequeños negocios que no tienen capacidad para rebatir nada y más contra esas empresas que aplican esas malas prácticas de manera continua y totalmente consciente.

    Todo se resumiría en ser todos más honestos.

    1. Claro, los afectados en el sector privado solo son los involucrados, en el sector público lo pagamos todos.

      Me sorprende mucho que a empresas como la que hablamos, de las que todo el mundo sabe cómo funcionan, no les pase nada: da por pensar en cosas más turbias…

      Y lo de ser más honestos es solución… y utopía, viendo los tiempos que corren.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *