Con la vuelta al cole, llega la vuelta a la oficina… pero… ¿el teletrabajo no había llegado para quedarse? Pues parece que no, al menos no como parecía en un principio. Ha hecho falta una pandemia para que, obligatoriedad por delante, se implantara el trabajo desde casa, sobre todo en el sector IT.
Entonces… ¿no ha funcionado bien? Pues parece ser que sí, de hecho, bastante bien. Está claro que había (y hay) cosas que pulir, pero trabajar desde casa facilita muchas cosas: duermes más, pues no necesitas restar de tu sueño lo que tardas en llegar al centro de trabajo, también te ahorras el viaje de vuelta y ganas tiempo de ocio, y con esos dos viajes, ahorras el coste de la gasolina o del transporte público. Y aún hay más. Comes en casa, ni tienes que estar dando vueltas con los “tuppers” ni comiendo fuera (más gasto y muchas veces peor comida). Y no hablemos ya de la comodidad (y también ahorro) de trabajar con el “uniforme de casa”.
Además, esa es la parte microeconómica de las ventajas, porque también las hay macro: reducimos tráfico, contaminación, favorecemos que los empleados puedan trabajar desde donde quieran, pudiendo acceder a viviendas más baratas más lejos de los centros neurálgicos y dando vida a la “España vaciada”,… Vamos, una maravilla.
Con estos datos… ¿Cuál es el problema? ¿Será que el trabajo no se hace tan bien de manera remota? Pues veamos: tenemos teléfono, correo, Skype, Teams, Zoom,… cientos de herramientas para hablar, verse, compartir pantalla… No tiene mala pinta, ¿no?
¿Y por qué entonces se vuelve a las oficinas? Y más aún, amigos del misterio, ¿por qué hay gente que quiere volver?
Separemos los puntos de vista, el de la empresa y el del empleado, y veamos cuáles pueden ser sus motivos (que nunca compartiré):
- Empresas: aquí lo tengo bastante claro. El teletrabajo impide la vigilancia que muchas empresas entienden como requisito para que el empleado sea eficiente. «¿Cómo sé yo que no está tumbado en el sofá en vez de sentado frente al ordenador?» La respuesta es sencilla: debería darte igual mientras tenga el trabajo solicitado a la hora requerida.
También hay otra razón, ya más de grandes empresas: sus inversiones en infraestructuras: a ver qué haces con el campo de golf y los restaurantes si todos trabajan desde casa…
Y para todas las empresas en general, si la Ley 10/2021, de 9 de julio, de trabajo a distancia exige pagar los gastos inherentes… ¿no será más barato que mantener unas instalaciones? - Empleados: aquí me aventuro, cada persona es un mundo, pero creo que hay varios motivos por los que muchos quieren volver.
- El más bonito es la añoranza de los compañeros, del día a día (quizás les sea imposible quedar fuera de la oficina).
- Luego, muy relacionado con el post anterior (“El principio de Dilbert” y demás), está aquel cuyo trabajo no está delimitado por tareas, aquel que, en remoto, sufre por hacer que trabaja. Ese perfil está necesitado de oficina, reuniones en vivo, comidas de empresa y similares,…
- El más políticamente incorrecto: el que está harto de su casa. De su pareja, de sus hijos,… ir a la oficina es un alivio para él. «Trabajar con niños en casa es un infierno», podrás decirme, pero… ¿Cuándo iba a la oficina los dejaba abandonados en casa?
Habrá muchas razones más, y algunas de las que he puesto no te convencerán, pero eso no es lo importante. Lo importante es que lo que parecía que venía para quedarse, se está yendo poco a poco, y no sabemos cuánto quedará. Yo espero que al menos mi parte se quede, o no podría estar escribiendo en zapatillas de casa ahora mismo.
¡Hasta la semana que viene!
Tengo claro que hay muchas empresas que necesitan amortizar sus instalaciones, jefes “presencialistas” y gente que echa de menos pasar la mañana en la máquina de café…
Mi apuesta es clarísima por el teletrabajo pero pienso que también es importante facilitar la opción a gente que opte por ir a la oficina (no tienen los medios suficientes en casa: espacio, infraestructura…) de manera habitual o esporádica.
Cierto que los sistemas de videoconferencia y mensajería te permiten estar en contacto (demasiado contacto, diría yo) con tu equipo pero nunca podrán suplir el cara a cara, algo que, por otro lado, tampoco veo imprescindible pero su aconsejable, al menos con cierta periodicidad.
En definitiva: teletrabajo como norma general, el que no pueda/quiera podría ir a la oficina y posibilidad de mantener encuentros con cierta frecuencia.
Los que opten por obligar a ir a la oficina, para llenar las mismas, mucho me temo que lo que van a conseguir es tener cada vez más espacio libre… 😉
Cierto es que no he contemplado esa posibilidad, la de aquellos que optan por ir a la oficina por carencia de medios.
El cara a cara quizás de vez en cuando como tú dices, pero para puntos concretos y/o críticos, el curro del día a día se resiente con el cara a cara, aunque también es verdad lo que dices de que los medios digitales también permiten ese “sobrecontacto”.
Algún día desaparecerá la especie comentada del sistema, o al menos eso llevamos esperando tiempo 😀